miércoles, 8 de febrero de 2012


Las siete parábolas de Mateo 13
Denominados por el Señor

Los misterios del Reino de los cielos (v11); describen si se toman en conjunto el resultado de la presencia del evangelio en el mundo durante a edad actual, es decir, el tiempo de la siembra que comenzó con el ministerio personal del Señor Jesucristo y termina con la “Siega” mencionada en los versículos 40-43. En breve, el resultado es la mezcla de trigo y la cizaña; de buenos y malos peces en la esfera de profesión de la fe cristiana. Esto es lo que se llama el cristianismo.
(Mateo 13:3). Esta figura de lenguaje marca un nuevo principio; trabajar en la “Viña” de Dios (Israel- Isaías 5:1-7). Es una cosa salir por el mundo sembrando la semilla de la palabra, y es otra muy distinta (Mateo 10:5) una cuarta parte de la semilla echa raíces permanentemente y el resultado es “Trigo” (v25); (1º Pedro 1:23), ósea “Los hijos del reino” (v8).
La parábola del sembrador se trata en todas sus partes como fundamento en cuanto los misterios del Reino de los cielos. Él Señor mismo la interpreta. (Mateo 13:11), en las escrituras, un “misterio” es una verdad que habiéndose hallado oculta, ahora ya divinamente revelada, pero en la cual a pesar de su revelación, existe todavía un elemento sobrenatural. Los grandes misterios son:
1.     Los Misterios del Reino de los cielos (Mateo 13:3-50)
2.     El Misterio del endurecimiento de Israel durante la presente edad (Romanos 11:25, veas el contexto).
3.     El Misterio del traslado de los santos que estarán viviendo sobre la tierra al fin de la actual dispensación (1º Corintios 15:51-52; 1º Tesalonicenses 14:7)
4.     El Misterio de la iglesia neotestamentaria como un cuerpo formado de judíos y gentiles (Efesios 3:1-11; Romanos 16:25; Efesios 6:19; Colosenses 4:3).
5.     El Misterio de la iglesia como esposa de Cristo (Efesios 5:28-32)
6.     El Misterio del Señor Jesucristo que vive en los suyos (Gálatas 2:20; Colosenses 1:26-27).
7.     El Misterio de Dios en el Señor Jesucristo, esto es Cristo,  en quien subsisten toda la divina sabiduría para el hombre como la plenitud de la divinidad revestida de forma humana (Colosenses 2:2-9; 1º Corintios 2:7).
8.     El Misterio del proceso por el cual la semejanza de Dios se restaura en el hombre (1º Timoteo 3:16).
9.     El Misterio de iniquidad (2º Tesalonicenses 2:7; Mateo 13:33).
10.                       El Misterio de las siete estrellas (Apocalipsis 1:20).
11.                       EL Misterio de Babilonia (Apocalipsis 17:5-7).
(Mateo 13:17). Los profetas del Antiguo Testamento contemplaron en una sola visión el rechazamiento y la crucifixión del Señor (Génesis 4:4; Hebreos 10:18) y también su gloria como el hijo de David (Zacarías 12:8); pero “que persona y que tiempo indicaba el Espíritu del Señor que estaba en ellos, el cual anunciaba de ante mano los sufrimientos del Señor, y su gloria que vendría no era para ellos (1º Pedro 1:10-12).
En esta parábola el Señor ofrece dicha revelación, y en ellas entendemos que un periodo tiene que intervenir entre sufrimientos y la gloria de Él, y que los “Misterios” aquí descritos abarcan este intervalo. Mateo 13:24; él Señor interpreta esta parábola también (v36-43, 24-30). La “buena semilla” que aquí se menciona  no es “la palabra como en la primera parábola (v19-23); sino más bien aquellos que la palabra ha producido, (1º Pedro 1:23); es decir, los hijos del Reino”.
Ellos se “siembran” providencialmente (v37), esto es, que se esparcen aquí y allá en “el campo”  del “mundo” (v38). En este caso “el mundo” es tanto geográfico como étnico, significa el globo terrestre y también la humanidad como un todo.
El trigal de Dios llega a ser inmediatamente la escena de actividad satánica donde los hijos del Reino se encuentran reunidos allí “entre el trigo” (v25, 38, 39). Satanás “siembra” “los hijos del malo”, quienes profesan ser hijo del Reino y son en lo exterior tan semejantes a los verdaderos hijos que solo a los Ángeles se puede confiar al fin de la edad, la tarea de separarlos (v 28-30, 40-43).
Es tan grande el poder de satanás para engañar, que al mundo los mismos que representan la cizaña se creen ser los hijos del Reino (Mateo 7:21-23). Muchas otra parábolas y exhortaciones se refieren a esta mezcla de los falsos y los verdaderos, por ejemplo (Mateo 22:11-14; 25:1-13, 14-30; Lucas 18: 10-14; Hebreos 6:4-9). En realidad esta condición caracteriza al evangelio de Mateo desde el capítulo 13 hasta el fin; la parábola del trigo y la cizaña no es una descripción del mundo, sino de aquellos que profesan pertenecer al Reino.
A los que son meramente incrédulos no les llaman nunca hijos del diablo; solo a los incrédulos religiosos es les denomina así: (vea v38; Juan 8:38-44; Mateo 23:15). El versículo de Mateo 30, el acto de recoger la cizaña en manojos para quemarla, no implica juicio inmediato. Al fin de la presente edad (v40) la cizaña se pondrá aparte para el fuego, pero el trigo se recogerá primero en el alfolí (Juan 14:3; 1º Tesalonicenses 4:14-17).
El tercer misterio: El grano de mostaza Marcos 4:30-32; (Mateo 13:31). La parábola de la semilla de mostaza prefiguran el rápido pero raquítico crecimiento del Reino, tal como este se presenta en “los misterios del Reino de los cielos” desde un principio insignificante (Hechos 1:15; 2:41; 1º Corintios 1:26), hasta llegar a ocupar un sitio muy grande en la tierra.
Las figuras de las aves que hallan abrigo en sus ramas se encuentran en Daniel 4:20-22; cuan poco seguro era ese refugio; el contexto del libro de Daniel no los revelara. Otra parábola les dijo: el Reino de los cielos es semejante a la levadura que tomo una mujer y escondió en tres medidas de harina hasta que todo fue leudado.
La interpretación que dice (con variación de detalle en los diferentes interpretes) que la levadura (v33) es el evangelio, el cual la iglesia introduce sutilmente en el mundo (“tres medidas de harina”) hasta que toda la humanidad se convierta (es decir, “hasta que todo” se leuda), esto se presenta a serias objeciones:
1.     Es contraria al invariable significado de la levadura, y especialmente al significado que él Señor mismo establece; (Mato 16:6-12; Marcos 8:15) véase “levadura” en Génesis 19:3; Mateo 13:3. La inferencia de que habrá un mundo convertido en la edad actual (“hasta que todo fue leudado”) se contradice explícitamente en la interpretación que el Señor da a la parábola del trigo y la cizaña y la red. Él Señor presenta allí el cuadro de un Reino parcialmente convertido en medio de un mundo inconverso; hay buenos y malos peces dentro de la misma red del Reino.
2.     El método de extensión del Reino se revela en la primera parábola. Este es por la siembra de la simiente y no por la mezcla de la levadura; los símbolos tienen en las escrituras un significado que se establece por el uso de que ellos se hace bajo inspiración divina. La levadura representa el principio de corrupción que obra sutilmente; se usa invariablemente en el sentido malo (véase levadura en Génesis 19:3).
Y el Señor la define como doctrina errona (Mateo 16:11-12; Marcos 8:15). La harina por el contrario se usaba en una de las ofrendas de olor suave (Levítico 2:1-3) y era alimento para los sacerdotes (Levítico 6:15-17). Una mujer es el sentido ético de lo que es malo, simboliza siempre algo que desde el punto de vista religioso se halla fuera de lugar (Zacarías 5:6). En Tiatira, era una mujer la que estaba enseñando (Apocalipsis 2:20) compáralo (Apocalipsis 17:1-6), interpretada a la luz de estos símbolos familiares la parábola viene a constituir una advertencia de que la verdadera doctrina que fue revelada para alimento de los hijos del Reino (Marcos 4:4; 1º Timoteo 4:6; 1º Pedro 2:2) se mezclaría con doctrinas corruptas y corruptoras, y esto es una manera oficial por la misma iglesia Apostata (1º Timoteo 4:1-3; 2º Timoteo 2:17-18; 4:3-4; 2º Pedro 2:1-3).
3.     Mateo 13:3 (resumen)
a)    La levadura substancia simbólica, se menciona siempre en el Antiguo Testamento en el sentido malo (Génesis 19:3).
b)    El uso de la palabra en el Nuevo Testamento explica su significado simbólico. Es “malicia, maldad”, en contraste son “sinceridad y verdad” (1º Corintios 5:6-8). Su doctrina errónea (Mateo 1:12), según esta se enseñaba o practicaba por fariseos, saduceos y herodianos (Mateo 16:6; Marcos 8:15). La levadura de los fariseos era formalismo religioso (Mateo 23:14-16, 23-28); la de los saduceos, escepticismo en cuanto a lo sobrenatural y a las escrituras (Mato 22:23-29) y la de los herodianos era mundanalidad: ellos formaban un partido de Herodes entre los Judíos (Mato 22:16-21; Marcos 3:6).
c)     El uso de la palabra en Mateo 13:3 se halla en armonía con su significado universal.
El quinto Misterio: El tesoro escondido (Mateo 13:44).
La interpretación de que el hombre compra el terreno, representa al pecador en busca del Señor, no tiene base en la parábola misma. Se dice que el campo es el mundo (v8); el pecador que anda en busca de su salvación no compra el mundo, sino que lo deja para ganar al Señor. Además el pecador no tiene nada que vencer, ni el Señor está en venta, ni se halla escondido en un campo; tampoco el pecador esconde al Señor después de haberle encontrado. De modo que por todos lados la interpretación es vulnerable y no puede sostenerse.
El Señor Jesucristo es el que compra el tesoro a precio enorme de su sangre (1ºPedro 1:18-19) e Israel especialmente Efraín (Jeremías 5:18-20) las diez tribus escondidas en “el campo”, o sea, en el mundo, es el tesoro (Éxodo 19:5; Salmos 135:4), otra vez como en la separación del trigo y la cizaña, él Señor se vale del ministerio de los Ángeles (Mateo 24:31; Jeremías 16:16). El Divino Mercader compra el campo (el mundo) por interés del tesoro (v44; Romanos 11:28) que es objeto de su amor a causa de los padres y que todavía han de ser rescatados y salvo.
La nota de gozo (v44) es la misma que entonaron los profetas en vista de la restauración de Israel (Deuteronomio 30:9; Isaías 49:13; 52:1-3; 62:4-7; 65:18-19) véase Génesis 11:10; Romanos 11:26.
El sexto Misterio: La perla.
También el Reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa fue y vendió todo lo que tenía y la compro.
La iglesia verdadera que es “un cuerpo formado por el Espíritu Santo (1º Corintios 12:12-13). Así como Israel es el tesoro escondido, la iglesia es la perla de gran precio; el misterio de la iglesia abarca el mismo periodo de los misterios del Reino de los cielos (Romanos 16:25-26; Efesios 3:3-10; 5:32). La perla es el símbolo perfecto de la iglesia verdadera.
1.     La perla es una unidad, un símbolo perfecto de la unidad de la iglesia (1º Corintios 10:17; 12:12-13; Efesios 4:4-6).
2.     La perla se forma a través de un proceso de crecimiento y no mecánicamente, sino de manera vital por medio de un ser vivo, así como el Señor añade a la iglesia a todos los que en él creen (Hechos 2:41-47; 5:14; 11:24; Colosenses 2:19).
3.     Habiéndose entregado él Señor por la perla, ahora está preparándola a fin de presentarla a sí mismo en gloria (Efesios 5:25-27). El Reino no es la iglesia; pero los verdaderos hijos del Reino durante el cumplimiento de estos misterios, son bautizados por un mismo espíritu en cuerpo (1ºCorintios 12:12-13) e integran así la iglesia verdadera, o sea, la perla de gran precio.
El séptimo Misterio o (parábolas) (Mateo 13:47-48).
A sí mismo el Reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar recoge toda clase de peces; y una vez llena la sacan a la orilla; y sentados recogen lo bueno en cestas y lo malo echan fuera (Mateo 13:47-48).
(Mateo 13:47). La parábola de la red ofrece otro de los misterios del Reino de los cielos como la esfera de profesión de la fe cristiana, tal como esta esfera que se presenta en la parábola del trigo y la cizaña, pero con la siguiente diferencia: en la parábola del trigo y la cizaña, satanás es el agente activo; en tanto que en la red, la mezcla de lo bueno y lo malo es el resultado de la tendencia que un movimiento tiene de reunir en sí, aquello que realmente no le pertenece.
El Reino de los cielos es semejante a una red que al tirarse al mar de la humanidad recoge toda suerte de peces, buenos y malos y estos pertenecen juntos dentro de la red (v49) y no meramente en el mar, hasta el fin de la edad. La red no se ha convertido, ni mucho menos el mar. La sana exegesis ha sufrido gran violencia debido a la idea de que el mundo se convirtiera en esta edad. Contra este concepto se levanta la  interpretación que él Señor mismo da a las parábolas del sembrador, el trigo y la cizaña, y la red.
Tal es, entonces, la forma del Reino en los misterios ya mencionados (Mateo 3:2; 6:33). Es la esfera de la profesión de la fe cristiana durante la presente edad. Es una mezcla de lo falso y lo verdadero, del trigo y cizaña, de lo bueno y lo malo. Es un sistema contaminado por el formalismo, la duda y la mundanalidad.
Pero él Señor Jesucristo ve a los que son hijos Genuinos del Reino verdadero y quienes al final de la era “resplandecerán como el Sol”. En el gran campo, que es el mundo, él ve a los redimidos de todos los tiempos, y especialmente a su pueblo Israel que está allí escondido, pero un día ha de ser restaurado y bendecido por él.
Es esta forma del Reino tan distinta como ella ha de ser en sí, él ve también a la iglesia, su cuerpo y esposa; y de gozo vende todo lo que tiene (2º Corintios 8:9) y compra el terreno, el tesoro y la perla.
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